Mientras tanto, entre la avenida Manuel Rodríguez y la calle Negrete de esta hermosa ciudad, se elevaba majestuosa la colorida y gigantesca carpa del famoso circo. De pronto, se apagaron las luces, comenzaba la música, y sobre los cielos de la carpa trepaban, cual araña veloz, el elefante y Pastelito. Las personas compraban golosinas, empanadas de pera, picarones fritos, cabritas, dulces de algodón y refrescos. La galería ya estaba repleta a eso de las tres de la tarde.